Sentir
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Sentir
No hay un momento concreto, no se sabe ni que día ni a qué hora, te das cuenta de la finitud de tu existencia.
Con la soledad es muy oportuno llevarse bien. Es necesario incorporarla junto a nosotros al igual que hacemos con nuestro documento nacional de identidad, sabiendo que no te acompañas de un enemigo y ni mucho menos de un intruso.
Es preciso que la conciencia de su rotunda presencia, te acompañe a lo largo de toda la vida.
Sin dramatismos, sin angustias.
No se sabe cómo hacer cuando te sorprende la vida con abandonos, incomprensiones o con el vacío de una existencia exigua.
Al preguntarse cómo hacer, quizás estés comenzando a construir el final de tus días. Un final que quién sabe cuándo va a ocurrir, ¿por sorpresa?, ¿pronto?, ¿por una corta o larga enfermedad?
¡Quién sabe!
Me gustaría entonces saber cuándo es esa, tu última vez. La vida está llena de ultimas veces: la última vez que caminaste por allí, la última vez que tu padre te dedico su mejor sonrisa, la última vez que tomaste ese café en esa especial compañía, la última vez que te besaron apasionadamente.
Hay muchas razones y sinrazones para pensar que esto de vivir obedece a un capricho divino o a un caprichoso instante del caos del universo.
Me gustaría saber cuándo lo que no se consiguió en la vida, ya dejo de importarme.
Nada parece tan irreverente como la existencia en sí misma.
Es difícil prepararse para la vida y en nuestra cultura, es más aún, prepararse para la vejez y la muerte. No es muy simpático pensar que caminas junto a ellas.
Sí, camino junto a la soledad, la vejez y la muerte, a cada instante más y más.
Nos defendemos de la soledad rodeándonos de gente y más gente. Nos defendemos de la vejez intentando que este tránsito sea lo más largo posible, con buena alimentación, la medicina, el deporte.
En el mejor de los casos, aprendemos de las experiencias y finalmente, todo termina.
Otoño 2019
Milenia Villaseñor
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